LICENCIATURA EN ARQUEOLOGÍA, ENAH

Durante los siglos XVII y XIX, a partir de los descubrimientos de Pompeya, Herculano, Troya y otros lugares monumentales, surgió el interés por el pasado humano mediante el estudio de sus restos materiales. En aquel momento, los viajeros y aventureros dedicados a este trabajo se interesaron en el rescate de grandes monumentos y obras de arte; luego, el desarrollo de la sociedad y de la ciencia propició la aparición de varias corrientes de pensamiento antropológico tales como el evolucionismo, el difusionismo y el particularismo histórico, entre otras, lo que permitió la creación de una metodología propia de la arqueología.

En México esta disciplina ha sido practicada desde el siglo XIX, cuando algunos viajeros europeos visitaron sitios como Monte Albán, Bonampak y Teotihuacán, pero sería hasta mediados del siglo XX cuando la arqueología mexicana tomó su propio cause y se vinculó con la antropología. En los años cuarenta, con la corriente nacionalista y la idea de recuperar el glorioso pasado indígena, la tendencia fue la reconstrucción de los sitios arqueológicos que actualmente conocemos (Teotihuacán, Monte Albán, Tula, Chichen Itzá, etcétera). Posteriormente, el desarrollo de nuevas corrientes antropológicas y arqueológicas como la ecología cultural, la arqueología británica y en  especial la nueva arqueología y la arqueología social permitieron el desarrollo de nuevos enfoques y metodologías de investigación y la extensión del objeto de Studio hasta los restos materiales de las sociedades contemporáneas.

En la actualidad, las teorías de la complejidad y los enfoques posprocesuales, entre los que destaca la arqueología simbólica y la estructural, han incrementado las vertientes teóricas en torno a la interpretación y explicación de los fenómenos sociales del pasado y del presente.